¿Cómo y cuándo conociste la entidad? ¿Por qué decidiste involucrarte?

Conocí la Fundación en un congreso de oftalmología y me apunté como voluntaria. Yo ya era cooperante de otras organizaciones pero Ojos del mundo me pareció más cercana, seria y profesional.

Eres una de las primeras voluntarias de Ojos del mundo. ¿Qué valoración haces de todo este tiempo apoyando los proyectos de la Fundación?

Me siento feliz de haber puesto mi granito de arena en cada uno de los proyectos y, sobre todo, ver cómo ha ido avanzando la atención de las personas sin recursos económicos y cómo han ido consolidándose los proyectos y alcanzando, en algunos casos, un “final feliz”. Es una gran satisfacción ver que los profesionales que hemos ido enseñando ya trabajan solos.

Has viajado a todos los territorios con los que colabora Ojos del mundo, ¿cuál es tu impresión sobre la situación de la salud ocular en cada uno de ellos?

Bueno, la situación es muy diferente en cada uno de ellos por diferentes motivos: por sus propias características y recursos destinados a la atención sanitaria en cada país, por los recursos que Ulls del món puede obtener para cada proyecto, por el personal que hay fijo en cada territorio… Pero, por supuesto, la situación es mucho mejor ahora que cuando se llegó a cada país, sobre todo porque pueden hacer las cosas por sí solos.

¿Cuáles son los problemas visuales más preocupantes en esos países? ¿A qué dificultades has tenido que enfrentarte?

La verdad es que no he tenido demasiadas dificultades. Recuerdo, en Bolivia sufrir un poco de mal de altura y, sobre todo, que coincidimos con una huelga en La Paz. No nos permitían subir a El Alto a trabajar y tuvimos que meternos en ambulancias… ¡Toda una aventura! Y, en Malí, tuve la mala suerte de coger malaria. Realmente ahí me encontré muy mal pero me dieron el tratamiento con quinina inmediatamente y, en 5 días, me encontré mejor. Me cuidaron dos enfermeras cubanas… ¡dos ángeles para mí! Aún tengo contacto con ellas. Siempre te encuentras gente buena por el mundo…

¿Cuál es el paciente o la paciente que más te ha impactado?

¿Impactado? Muchos. En Mali. Sobre todo por la pobreza. Para los que tenemos una vida occidental acomodada, no es nada fácil ver niños desnutridos en vivo y en directo, con las barrigas hinchadas ¡y encima ciegos!

Algún caso especial o anécdota que te gustaría destacar

La he contado varias veces y sigo emocionándome… En Malí acudió a la consulta una madre africana con su bebé colgado con una tela, como todas las madres africanas que los llevan encima porque no pueden dejarlos para ir ellas solas al médico. Estaba ciega por cataratas. Los médicos de la comisión la operaron y, al día siguiente, cuando le quitamos el apósito para graduar, fue brutal. Nunca se me olvidará su mirada emocionada por poder ver, por primera vez, a su hijo. ¡Ella lloraba y todo el equipo también!

¿Cómo explicarías en una sola frase la importancia de la labor de la Fundación?

¡Uff! ¡Qué difícil! Se hace mucho y, a veces, a la gente le parece poco.

Y por último, ¿qué 3 palabras crees que definen la Fundación Ojos del mundo?

Altruismo 100×100, honradez y profesionalidad