Mónica Lecumberri es una oftalmóloga catalana licenciada en medicina y cirugía por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Desde 2014 participa en las comisiones de profesionales oftalmológicos que Ojos del mundo envía a los diferentes países donde actúa. Esta oftalmóloga ha viajado a territorios donde las personas se quedan ciegas por causas previsibles o curables, para ayudar a formar a los profesionales locales y para abrir los ojos realizando cirugías.

La Dra. Lecumberri también ha colaborado como ponente en cursos que la Fundación ha organizado en Barcelona, junto con Alcon, para formar oftalmólogos en el uso de la técnica SICS.

Como oftalmóloga, Mónica Lecumberri desarrolla su trabajo en el Hospital General del Hospitalet, y forma parte del grupo de profesionales del Consorcio Sanitario Integral.

Mónica ha participado en las comisiones tanto en los campamentos de población refugiada saharaui de Tinduf (Argelia), como Mozambique, una experiencia que ella misma nos cuenta:

¿Por qué decidiste hacerte voluntaria? ¿Y por qué escogiste Ojos del mundo?

Desde siempre me atrajo la idea de colaborar trabajando en países en vías de desarrollo. Cuando terminé la carrera y la especialidad supe que lo haría en cuanto tuviera la oportunidad.

Escogí Ojos del mundo porque son un referente en cooperación especializada en oftalmología en España.

¿Qué destacarías de tu experiencia como voluntaria sobre el terreno?

Lo que más me impresiona es la falta de oftalmólogos que hay en algunas partes del mundo. Poder ir a trabajar a esos sitios donde tienen tanta necesidad de especialistas me resulta muy gratificante.

¿Qué te aporta el voluntariado a tu vida profesional y personal?

Profesionalmente me ha aportado experiencia sobre cómo manejarme con los mínimos medios, personalmente me ha permitido conocer muy de cerca problemas muy reales pero a la vez muy ajenos a nuestro día a día aquí en España.

¿Crees que es importante la labor que lleva a cabo Ojos del mundo? ¿Por qué?

Creo que su labor es imprescindible. Por desgracia si Ojos del mundo no estuviera donde está habría mucha más gente ciega en el mundo. Además de realizar campañas quirúrgicas para operar cataratas, Ojos del mundo, como cualquier ONG que trabaja en desarrollo, intenta centrarse en la formación del personal local y en proyectos de salud comunitaria orientados a la oftalmología, lo cual es fundamental, por ejemplo, para la erradicación del tracoma o la avitaminosis A.

¿Estás satisfecha del trabajo que pudiste realizar cuando viajaste a los campamentos? ¿Qué valoración haces de la comisión? ¿Y de los profesionales locales?

Las comisiones quirúrgicas siempre son muy satisfactorias porque son muy efectivas: te desplazas, operas a los pacientes seleccionados y prácticamente al día siguiente ya ven. El trabajo en los campamentos sería imposible sin la dedicación de María Tavera, la coordinadora de Ojos del Sahara. Respecto al personal local como en todos lados hay de todo, algunos muy trabajadores y con ganas de aprender y otros con falta de ganas y de interés.

¿Hay alguna cualidad que consideras imprescindible que tenga un voluntario o voluntaria?

Primero de todo empatía; tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro y entender lo que necesita. No tratar de imponer formas de hacer las cosas y respetar las opiniones del personal local. Además me parece muy importante tener experiencia en lo que sea que se va a hacer allí, ya que seguramente nos encontraremos con menos medios y con patologías más complejas que debemos saber resolver de la mejor manera posible.

¿Qué consejo darías a una persona que le gustaría hacerse voluntaria pero que aún no se ha decidido?

Primero que se forme bien para estar preparada para trabajar en contextos diferentes al propio, y si es posible, que las primeras veces vaya con profesionales con más experiencia que puedan asumir la responsabilidad de los casos más difíciles.