Joan Prat es un voluntario muy comprometido con la Fundación Ojos del mundo. Su colaboración empezó con una comisión formativa el 2005 y desde el año 2006 se desplaza a Mozambique dos veces al año para formar los oftalmólogos y residentes del Hospital Central de Maputo en cirugía de órbita. Le hacemos esta entrevista unas semanas después de haber regresado del país africano para impartir el primero de los dos cursos sobre oculoplastia previstos para este año. El Dr. Prat ejerce como jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Sant Joan de Déu, cargo que compagina con el trabajo en la Unidad Oculoplástica del Instituto Oftalmológico de Barcelona.

¿Nos podrías explicar cómo se desarrolla, exactamente, un curso de formación de los que realizas en Maputo?

Hay un 90% de formación práctica y un 10% de teórica. La práctica no difiere demasiado de la que se realiza aquí, con los residentes aprendiendo al lado de su adjunto. Por tanto, yo opero y les dejo participar en aquello que creo que pueden hacer. La parte teórica es un pequeño curso en el que les explico la patología en cuestión y el grupo de técnicas quirúrgicas para tratarla. En cada comisión suelen haber una o dos sesiones teóricas.

¿Cómo ves la evolución de los conocimientos de los oftalmólogos y residentes del Hospital Central de Maputo?

Cuando empecé, el año 2005, la oculoplastia era una gran desconocida por parte de los profesionales sanitarios mozambiqueños, no la conocían. Poco a poco les he podido ayudar a identificar las patologías  y enseñarles algunas técnicas quirúrgicas, pero aún hay mucho trabajo por hacer.

¿Qué les falta aprender para poder realizar las intervenciones de oculoplastia de forma autónoma?

El principal problema es que el Hospital Central de Maputo no tiene capacidad formativa y esto supone que no haya ningún subespecialista. Para formar gente necesitas un equipo de subespecialistas y en Maputo sólo hay oftalmólogos generales. El trabajo de formación a través de las comisiones es muy lento y necesitas dos o tres años para llegar a transmitirles tus conocimientos. Es necesaria una mayor inmersión en este sentido.

¿Cómo definirías la forma de trabajar de los profesionales sanitarios mozambiqueños, en relación con otros países que conoces?

Los principales defectos es que tienen poca iniciativa y les falta una cierta energía extra, lo que provoca errores a menudo. Por el contrario, teniendo en cuenta el tipo de formación que han recibido, se puede decir que tienen un alto nivel de manualidad, son muy hábiles.

¿Qué crees que le falta a Mozambique para tener un desarrollo completo a nivel de formación sanitaria?

En Mozambique están al nivel mínimo de oftalmología: tienen un único hospital y seis oftalmólogos para 20 millones de habitantes y ningún subespecialita. Así que podemos decir que le falta de todo. En este sentido, pienso que las ONG deben apostar claramente por un trabajo de transmisión de conocimientos y no simplemente por la donación de maquinaria.

¿Qué te motiva de la cooperación? ¿Por qué te decidiste a colaborar con Ojos del mundo?

Es un tema personal. En nuestro interior tenemos que hacer ciertas cosas y una de ellas es ayudar a la gente necesitada. Tenemos deberes internos con nosotros mismos y deberes externos con los demás. Por otra parte, podemos decir que tengo el denominado efecto África bastante desarrollado, pero no es la única cosa que me lleva a ser voluntario de la Fundación, sino la finalidad docente de sus actividades. Para mí es básico esto, si no enseñara no viajaría.

Y en concreto de Mozambique, ¿qué te atrae?

Me interesa su gente. Cuando viajo, tengo largas conversaciones con habitantes del país sobre la situación política y social. Me interesa mucho la inmersión social; puedo decir que conozco bastante bien la sociedad mozambiqueña y esto lo aprendo más allá del hospital.