Manel Esclusa nació, prácticamente, con una cámara bajo el brazo. Con tan sólo ocho años ya fotografiaba todo cuanto veía y desde entonces no ha dejado de hacerlo. Por eso dice que no puede separar su faceta profesional de la personal. Se siente fascinado por los amplios espacios donde no hay nada, como el desierto del Sáhara o la Antártida, porque muestran al individuo sus dimensiones reales, insignificantes, y le obligan a estar en comunión consigo mismo.

El pasado noviembre viajó a los campamentos de refugiados saharauis con una comisión médica de la Fundación para realizar un reportaje fotográfico y reconoce que la experiencia le ha marcado. A continuación nos los explica.

¿Cómo se inició tu relación con Ojos del Mundo?

Empezó como una especie de necesidad de poner mi arte, hecho con la vista, al servicio de una organización que se dedica precisamente a hacer que la gente vea. En un principio hacía pequeñas aportaciones, hasta que el año pasado surgió la posibilidad de preparar la exposición sobre el trabajo de la Fundación en el Sáhara.

¿Habías participado anteriormente en proyectos humanitarios? ¿Qué te hizo decidir involucrarte personal y profesionalmente?

No, ésta ha sido mi primera experiencia de este tipo y también mi primer viaje al desierto del Sáhara. Todo obedecía a este deseo – casi una necesidad – del que hablaba: la voluntad de colaborar con una entidad que trabaja, como yo, con la mirada. Además, el hecho de poder vivir desde dentro la realidad de los territorios saharauis cuando los visita una expedición médica y contribuir a divulgarla con mis fotos representaba un valor añadido.

Visualmente, ¿qué es lo que más te ha impactado de este viaje?¿Qué te ha aportado como fotógrafo?

No puedo hablar de un impacto visual sin que sea personal, porque como persona no consigo desconectar de mi trabajo; llevo la fotografía dentro desde que tengo uso de razón e, inevitablemente, mi relación con el entorno prioriza lo visual. En cualquier caso, lo que más me ha impactado en todos los aspectos ha sido la gente, su carácter y el contacto que he podido mantener. Es una gente que te enseña muchas cosas esenciales que, a menudo, tenemos olvidadas, como el valor del tiempo.

¿Crees que podemos hablar de una mirada saharaui, diferente de nuestra mirada occidental?

La mirada saharaui es muy profunda, es una mirada del desierto. Mira más hacia el infinito, hacia el horizonte. Es una mirada más abierta, como su hospitalidad, que también es más abierta. Sí, podemos decir que es una mirada diferente de la nuestra, aunque ellos pueden decir que es la nuestra la que es diferente…

¿A quién recomendarías que visitase la exposición “Abriendo los ojos al Mundo: 5 años de lucha contra la ceguera evitable en el Sáhara”, con tus fotos y las de Núria Andreu?

Se trata de una exposición que va dirigida a todos y que nadie debería perderse. Ésta es su pretensión: ser testigo de una realidad y mostrarla al mayor número de gente posible. Tengo una anécdota que lo resume a la perfección: en mi primer o segundo día en el desierto se me acercó un señor mayor, saharaui, preguntándome qué estaba haciendo. Cuando se lo expliqué, me dijo: “pues continúe haciendo su trabajo y tome muchas fotos; que sus ojos hablen por nosotros”. Ésta es la motivación real.

¿Qué crees que transmite?

Creo que, además de ilustrar la labor de Ojos del Mundo en la zona, ofrece el contexto para que cualquiera pueda interpretar la situación en la que se encuentra esta población. Enseña cómo se vive allí, en que condiciones, cuáles son sus necesidades y quien se ocupa de ellas, y todo esto puede ser el punto de partida de una reflexión más global.

¿Qué ha tenido de especial este reportaje, si lo comparamos con otros de tu carrera?

El contacto con la gente, y no sólo con la gente del país, sino también con los integrantes de la comisión, que me hicieron sentir muy cómodo en todo momento. Yo trabajo a menudo con elementos como la soledad, la noche, el silencio, y los retrato desde fuera. En este caso, en cambio, la implicación y la colaboración eran tan profundas que me permitían tener una doble mirada, externa e interna. Para mí esto es muy importante, porque no siempre se consigue.

¿Tendrá continuidad?

Me gustaría que la tuviese y creo que la va a tener. Aunque querría que no fuese solamente una colaboración personal mía, sino que se extendiera a un grupo de fotógrafos; conseguir unir esfuerzos de personas que trabajan con la vista y para la vista…