Rubén es un joven diplomado en Óptica y Optometría que empezó su relación con Ojos del Mundo “casi por casualidad”, según dice él mismo. Conoció la Fundación a través de dos compañeras de trabajo, momento en que se hizo voluntario. En 2004 tuvo la oportunidad de participar en la primera comisión al Sáhara, lugar que volvería a visitar dos años más tarde. A pesar de desplazarse sobre el terreno, sigue destinando a Ojos del Mundo buena parte de las horas libres que le deja su trabajo de optometrista, ayudando en la clasificación del material. Su última ‘aventura’ ha sido hace pocas semanas en Bolivia.

¿Cómo ha ido tu experiencia en El Alto?

La verdad es que muy bien. En las experiencias anteriores en el Sáhara había tratado con niños el primer año y había realizado una tarea de formación de ópticos el segundo. En Bolivia he atendido directamente a personas adultas y ha sido muy gratificante. Realmente el día a día es muy intenso y llegas a casa cansado pero muy satisfecho.

¿Qué semejanzas y diferencias ves respecto a las comisiones del Sáhara?

Creo que son territorios muy diferentes. El Sáhara es realmente una zona muy pobre, mientras que en Bolivia se divisan posibilidades de futuro. Un ejemplo es que el personal local que nos ayudaba tenía más conocimientos médicos. Eso sí, es un país con mucha desigualdad y es necesario que las clases acomodadas se den cuenta que son ellos quienes deben cambiar esta situación.

¿Cuál fue exactamente tu tarea en tierras bolivianas?

Yo hacía un primer análisis de los pacientes. Se podría decir que realizaba una ‘criba’ o selección para saber cuales de ellos se tenían que intervenir. Además, en cierta forma hacía de psicólogo, ya que la gente tenía mucho miedo de las operaciones y les tenía que explicar que sería positivo para ellos. También hice una charla básica de salud visual, que tuvo una buena respuesta de los asistentes, pero lo cierto es que aún es necesaria mucha labor de información.

¿Qué te aporta la participación en estas comisiones, a nivel personal y profesional?

A nivel personal, muchísimo. En estos sitios tratas con personas que viven en una situación precaria pero que te acaban enseñando ellos a ti. Es una experiencia que me ayuda a desconectar de la rutina diaria, pero también a valorar más lo que tengo. Y, en lo que se refiere al ámbito profesional, en estas comisiones tienes que afrontar condiciones más duras de trabajo que aquí y esto te obliga a buscarte la vida como sea. Además, aprendo mucho de los oftalmólogos desplazados.

¿Qué proyectos de futuro tienes con Ojos del Mundo?

Pues en octubre tengo previsto volver al Sáhara. Si pudiera marcharía antes, pero sólo puedo viajar en días de vacaciones.