La Dra. Fatoumata nació en Bamako (República de Malí) y trabaja como oftalmóloga pediátrica en el IOTA (Instituto de Oftalmologia Tropical de África) en Bamako. La acogimos en Barcelona para ofrecerle formación en esta especialidad en el IMO, en el Hospital Sant Joan de Déu y en la consulta con la Dra. Noguersiguiendo el compromiso de Ojos del mundo de formar a los profesionales locales.

¿Por qué decidiste especializarte en oftalmología pediátrica?

Cuando estudiaba oftalmología pediátrica era una nueva especialidad con muchas más oportunidades. En aquel momento pocos oftalmólogos se interesaban en los casos específicos de niños. En cambio, a mí, promover la visión desde pequeños me parecía más eficaz. De hecho, creía y todavía creo que es una especialidad útil en Malí donde el 50% de la población tiene como mucho 15 años.

Como oftalmóloga pediátrica en Malí, ¿cuáles son tus objetivos y retos profesionales?

Mi objetivo es establecer un sistema de atención oftalmológica de calidad adaptada a los niños en cuanto a la cura de las enfermedades más frecuentes o graves (como las cataratas, el glaucoma, el estrabismo, las ptosis, el retinoblastoma…) en el centro de referencia de la IOTA y extender esta atención después, gradualmente, a los centros secundarios.
También me gustaría conseguir un programa de reconocimiento de las enfermedades oculares de los niños que vaya de las estructuras periféricas (escuelas, clínicas) hacia las unidades de atención oculares.
Y formar los profesionales de la salud (pediatras, doctores y doctoras generalistas, comadronas, enfermeros y enfermeras) a reconocer y saber atender una enfermedad ocular potencialmente grave en niños.

¿Con qué dificultades te enfrentas en Malí para practicar tu profesión y para continuar tu formación?

En primer lugar, me enfrento a la falta de personal técnico especializado. Somos sólo 2 oftalmólogos pediátricos por todo el país (que tiene 16 millones de habitantes). Actualmente no están disponibles los recursos humanos necesarios para formar un equipo pediátrico completo con anestesista, ortóptico-optometrista, psicólogo… Ésto limita seriamente la calidad de la atención.

También nos falta equipamiento. La unidad de oftalmología pediátrica del IOTA está muy mal equipada. Hasta ahora, no disponemos de los requisitos necesarios para asegurar una atención de calidad: por un lado, los equipos de diagnóstico son viejos y, por otro lado, los equipos de cirugía muy insuficientes.
Y, además, el personal técnico se beneficia muy poco de la formación continúa: cada vez hay más dificultades para los estudiantes de los países del sur para acceder a la formación práctica en los países « desarrollados ». Las pocas oportunidades se resumen a las prácticas de observación. Esto atrasa seriamente la adquisición práctica de conocimientos de nuevas técnicas.

¿Cuáles son las razones por las cuales las personas vienen a la consulta?

Según los diferentes informes de actividad de nuestra unidad, los niños consultan más por los casos siguientes: conjuntivitis (alergias e infecciones), cataratas, glaucomas y ametropías.

¿Qué representa para ti la posibilidad de continuar tu formación en el Estado español, tanto a nivel profesional como personal?

Profesionalmente, esta formación muy práctica me permite: mejorar lo que ya sé hacer y compararlo con mi manera de hacer y la de los otros. Y, también, ver lo que todavía no sé hacer o lo que no conozco.

¿Qué aspectos de esta formación te parecen más notables? ¿Crees que puedes aplicar todo lo que has aprendido en esta formación en Malí?

Lo que es destacable es haber estado en diferentes centros. Sería demasiado osado decir que puedo aplicar todo lo que he visto hacer. Para los procedimientos quirúrgicos, he aprendido muchos “trucos” que seguramente me ayudarán a mejorar pero para algunos procedimientos quirúrgicos hace falta, sin duda, más “coaching” para dominarlos.

¿Qué opinas del trabajo de asistencia de Ojos del mundo en la población más vulnerable de Malí?

Admito que tenía poca información sobre las actividades de Ojos del mundo en el si de la población de la región de Mopti, pero ha sido muy gratificante descubrir todo lo que se hace. En cuanto a la actividad de Ojos del mundo en el IOTA (Instituto de Oftalmología Tropical de África) he aprendido a hacer la cirugía de los párpados, de estrabismo y de las vías lacrimales gracias a diferentes misiones quirúrgicas que los Ojos del mundo ha organizado. Por otro lado, la cirugía del desprendimiento de retina se ha convertido en una realidad en Malí gracias a la formación de nuestro colega Dr. Guindo. Gracias a estas formaciones, los pacientes del Instituto se benefician de un nivel de atención mejor.

¿Cómo piensas que se puede mejorar la atención oftalmológica en Malí? ¿Cuál es tu mensaje de optimismo?

La mejora de la atención oftalmológica pasa en primer lugar por la calidad de los recursos humanos: formar bien es una garantía. No se trata de formar médicos, sino de formar equipos: desde el oftalmólogo hasta el técnico de mantenimiento y de aquí vendrá la calidad de la atención.
La oftalmología avanza en Malí, lentamente pero de forma segura.