Marc Vilarnau viajó el año 2014 a la provincia de Inhambane para documentar la labor de Ojos del mundo sobre el terreno. Su trabajo se tradujo en el documental Miradas, un audiovisual de 25 minutos que se estrenó el pasado 2 de diciembre en la Sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Portal de l’Àngel en Barcelona. Miradas se está moviendo actualmente por los circuitos de festivales nacionales y pronto se podrá ver en diferentes espacios culturales.

¿Cómo surgió la idea de hacer el documental Miradas?

Tenía ganas de hacer un proyecto de voluntariado relacionado con mi profesión. Además, mi mujer se involucró en un proyecto de tres meses en el Hospital de Manica, en Mozambique. No quería perder la oportunidad de conocer el país y hacer cooperación, así que buscamos organizaciones catalanas que cooperaran en Mozambique. Mi idea era hacer un documental, ya que soy realizador. Me puse en contacto con Ojos del mundo, que me descubrieron el concepto de ceguera evitable, desconocido para mí. Me di cuenta de que se tenía que dar a conocer, y que valía la pena hacer un documental.

La responsabilidad social corporativa es un concepto cada vez más extendido. ¿Pero, cómo definirías la responsabilidad social audiovisual?

Consiste en colaborar en hacer una sociedad más justa y con menos desigualdades a través del medio audiovisual. Es una actividad muy sana y que aporta muchísima experiencia a nivel profesional.

¿Con que problemas te encontraste a la hora de rodar?

El equipo de rodaje era muy reducido… básicamente era yo mismo. Helder, activista de la Fundación, me ayudaba a cargar el material arriba y abajo, y hacía las entrevistas si los entrevistados no hablaban portugués. Cuando pasaba eso también dependía de él para hacer la transcripción de las entrevistas.

A la hora de organizar los rodajes, Pierre, otro activista de la Fundación, gestionaba los transportes y las entrevistas. Me ayudó muchísimo, realmente estas dos personas fueron cruciales para la producción de la película.

¿Qué es lo que más te impresionó de Mozambique?

Por carnaval hicieron un concurso de baile en Inhambane. Todas las escuelas participaban, todo el mundo estaba en la calle. El domingo por la mañana anunciaron los ganadores. Nunca había visto tanta felicidad, tanta expresividad en nadie como en los grupos que ganaron. Corrían por el pueblo arriba y abajo, celebrándolo y bailando, era un espectáculo de vitalidad.

¿Qué caso de ceguera evitable en Inhambane, Mozambique, te impresionó más?

El caso del Padre Mateus, que se quedó ciego mientras trabajaba de pintor en Sudáfrica, y que reconocía abiertamente que, si hubiera ido antes al hospital, tal vez habría podido conservar la vista. Desde entonces transmite a la gente la necesidad de acudir a un médico si tienen un problema de visión.

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

Actualmente no estoy realizando ningún proyecto de responsabilidad social. Pero estoy muy orgulloso de uno que hice el año pasado, conjuntamente con la Fundación Vicki Bernadet y la Escuela Superior de Diseño-IED, de la cual era profesor. Mis alumnos hicieron el paquete de gráficos en movimiento de la Segunda Gala de los Premios Fada, que promueve la sensibilización y la prevención de los abusos sexuales infantiles.