Miren Rodríguez, historiadora, es coordinadora de la delegación territorial de Ojos del mundo en Euskadi, Munduko begiak, con sede en Bilbao. Enérgica, comprometida y siempre predispuesta, Miren conoce bien la sociedad vasca y afronta con optimismo y tenacidad la tarea de hacer llegar la vulnerabilidad de la salud ocular en los territorios con rentas bajas y medias a tantas personas como quieran escucharla.

¿Cómo te llegó la propuesta de coordinar Munduko begiak? ¿Por qué aceptaste?

La propuesta me llegó a través de un buen amigo, que es colaborador de la Fundación y sabía que estaban buscando a alguien de confianza que se hiciese cargo de la delegación en el País Vasco, pensó que yo podía ser la adecuada y nos hizo la propuesta tanto a la Fundación como a mí. Si me hubiesen pedido que hiciera una descripción del tipo de trabajo ideal para mí en ese momento, habría coincidido casi al cien por cien con la propuesta que me hizo.

Acepté sin dudas. Tenía garantías de que la Fundación era una entidad honesta, sólida y pilotada por grandes profesionales. Y debo agradecer a la Fundación su confianza en mí aún sin conocerme apenas.

¿Qué crees que tiene de característico, de diferente, respecto a otras organizaciones? ¿Qué es lo que más te atrae de la Fundación?

Lo que la hace diferente de otras organizaciones del sector de cooperación internacional, y además me resulta más atractivo, es que se ocupa de un campo muy concreto, en el que las y los trabajadores se desenvuelven con un altísimo nivel de profesionalidad. Y también resulta muy motivador el hecho de que el trabajo realizado se VE (valga el juego de palabras). Hay una parte que es difícil de cuantificar pero la mayoría de los progresos realizados se perciben claramente, año a año.

¿Cómo has vivido estos años tan intensos como única persona contratada en Euskadi?

Si tuviese que resumirlo en una palabra diría: entusiasmo. Trabajando mucho sin desanimarme por los errores cometidos, o ante las puertas cerradas, que las ha habido. Aprendiendo cada día, tanto de mis compañeras como del entorno de entidades vascas que trabajan en cooperación y del equipo de voluntariado. Y avanzando poco a poco pero sin retrocesos en la labor de dar a conocer la Fundación, de sensibilizar a la población, y de recaudar fondos para apoyar los proyectos.

¿Cómo ha recibido la sociedad vasca a la Fundación? ¿Cuál ha sido el interés y la implicación de la gente?

La sociedad vasca está permanentemente bombardeada por entidades solidarias que trabajan mucho y muy bien. No es sencillo atraer su atención. No hemos llegado (aún) a grandes masas, pero es cierto que quien toma conciencia se convierte en colaborador fiel y participante asiduo en nuestras convocatorias. Hay entidades de todo tipo que nos brindan cada una lo que tiene o lo que sabe: desde colegios de médicos a sociedades gastronómicas, desde ópticas a músicos, desde fundaciones a artistas gráficos, diseñadores, chefs o transportistas.

¿Qué actividades han tenido mayor éxito para dar a conocer a la Fundación?

Siempre que nos es posible nos acercamos a la ciudadanía a través de ofertas culturales. Hemos trabajado durante estos cuatro años en tres tipos de iniciativas: las exposiciones fotográficas (Ojos de Inhambane, de Elisenda Pons); la actividad “Música para sus ojos” para crear conciencia en colectivos sociales diversos; y las jornadas solidarias que compaginan actividad cultural y propuesta gastronómica.

Munduko begiak se dirige a Euskadi en euskera. ¿Qué importancia crees que tiene que la Fundación se exprese, siempre que pueda, en las lenguas propias de cada territorio en el que trabaja?

Es vital. En la Comunidad Autónoma Vasca nos relacionamos en dos lenguas, pero valoramos mucho el esfuerzo de quien se dirige a nosotros en la lengua que nos distingue como pueblo y con ello nos ayuda a mantenerla, reforzarla y difundirla. Para interiorizar un mensaje es imprescindible cuidar el vehículo en el que se transmite.

Trabajas frecuentemente con personas voluntarias. ¿Qué papel desempeñan en Munduko begiak?

Son el mayor valor de Munduko begiak. Sin ellas es imposible llegar a los colectivos a los que llegamos. La calidad humana y el grado de implicación es enorme. Cada uno de los y las voluntarias aporta sus conocimientos profesionales y su red de contactos, idea nuevas formas de acercarse a la ciudadanía, me aconseja y me ofrece su apoyo anímico (que es tan importante cuando una trabajadora como yo está alejada de sus compañeras). Ofrecen generosamente lo mejor de sí mismos.

¿Qué objetivos se plantea Munduko begiak a medio y largo plazo? ¿Cuál sería tu objetivo más ambicioso? ¿Qué te gustaría conseguir?

Munduko begiak quiere conseguir el apoyo de las principales instituciones vascas en el ámbito de la Cooperación, sobre todo la Agencia Vasca de Cooperación y la Coordinadora de ONGs de Euskadi. Tanto por lo que nos aportaría en lo económico como porque sería el reconocimiento del sector a un trabajo bien hecho.

También es un objetivo permanente el de despertar conciencia en más personas. Y sobre todo en personas que sean referente para la población, y que hagan de altavoz del mensaje de la Fundación sobre el Derecho a la Visión.

Y para terminar, así como hemos empezado a trabajar en Navarra, sería un gran logro poder llegar a la ciudadanía alavesa.

¿Con qué tres palabras definirías a la Fundación?

Rigor… en los planteamientos.
Entusiasmo… en el trabajo.
Respeto… hacia la población sujeto de derechos.