La lente (cristalino) que tenemos detrás de la pupila (niña de los ojos) se hace opaca, y esa es la fuente de esta patología que es la principal causa de ceguera en el mundo. La OMS estima que casi 18 millones de personas están ciegas a causa de las cataratas, y la proporción de ceguera por catarata entre todas las enfermedades oculares varía del 5% en los países desarrollados hasta el 50% o más en las regiones más pobres.

La catarata se manifiesta en forma de visión borrosa y ceguera eventual, y aunque el principal factor de riesgo es el envejecimiento, en los países en vías de desarrollo las mujeres son propensas a desarrollarla independientemente de su edad y los niños también pueden sufrirla por factores genéticos.

Los síntomas y proceso de aparición varían en función del tipo de catarata, que puede ser subcapsular, nuclear o cortical, dependiendo de la parte afectada del cristalino. En cualquiera de los casos, la luz se vuelve demasiado brillante, al contrario que los colores, y la visión empieza a ser borrosa.

Eso se debe a que las proteínas que forman el cristalino se degradan y dejan de estar ordenadas –lo que provoca que la luz pase a través– y empiezan a formar cúmulos, nublando el área afectada.

Esta discapacidad visual desencadenada en el primer mundo principalmente por la diabetes y el tabaquismo, debe a otros factores su aparición en los países en vías de desarrollo.

La desnutrición, la arena, el polvo y el aire consecuencia del trabajo al aire libre, la falta de protección para combatir la exposición al sol, pero sobre todo la ausencia de cobertura sanitaria oftalmológica son las causas que la provocan en los países con menos índice de desarrollo humano (IDH).

 

Conoce la historia de Miurca

Miurca en el quirófano

Algunos pacientes viajan largas distancias para llegar a nosotros. Una de estas pacientes es Miurca Armando, una muchacha de 14 años que llegó con su madre a Inhambane (Mozambique) porque el médico que la había atendido en Xai-Xai a 300 km le aconsejó el traslado.  

Le habían operado de cataratas hacía cinco años, pero desgraciadamente el tejido cicatricial hizo que posteriormente padeciera ceguera en los dos ojos.

Al final tuvo de dejar de ir a la escuela y además sus compañeros la rechazaban porque se había quedado ciega.

Cuando la examinó el oftalmólogo, diagnosticó que probablemente seguiría ciega del ojo derecho, pero que podía intentar salvar el otro ojo. Tuvo de extraer la lente del ojo izquierdo de Miurca y después le proporcionamos unas gafas muy graduadas (+10) para corregir su visión.

Miurca no puede ser más feliz pudiendo volver a ver, aunque sea solo de un ojo. Dice que está deseando volver a la escuela.